jueves, 23 de agosto de 2007

Cuidemos a Gallardón

Por Iñaki Ezkerra en La Razón
En la política española está pasando algo muy raro. Aquí todos hacen el papel opuesto para el que han sido designados. El Gobierno hace un papel de oposición metiéndose con el PP como si éste fuera el partido que gobierna mientras el PP se cree que es el PSOE y arremete todo el día contra Gallardón, o sea contra sí mismo. Sinceramente, no entiendo ese juego de ver la paja en el ojo de Gallardón, en el que están empleando unas energías dignas de mejor causa ciertos compañeros de su partido que tienen en el propio más vigas que el estadio Bernabéu. Cada vez que el buen hombre abre la boca -y es normal que la abra por ser quien es y porque estamos ante las generales más importantes e inciertas que ha habido en España después de las del 77- se tiran sobre él con unas ganas que, de ir dirigidas contra el Gobierno, ya habrían puesto fin hace tiempo a esta insufrible legislatura.
No sé si ha habido un punto de inoportunidad en esas declaraciones suyas tan polémicas en las que, por cierto, esquiva la pregunta sobre las listas en contra de lo que se está diciendo. Pero aunque así fuera no se entiende tanta agresividad contra el hombre que más votos se lleva en ese mismo partido que ha sido capaz de cerrar filas en torno a un Piqué que logró que surgiera Ciutadans en Cataluña o en torno a un Fraga que no supo presentar a un delfín que le sustituyera en Galicia -cosa que en su día sí supo hacer, paradójicamente, en la AP nacional-, o en torno a un Sanz que antepone su sillón a los intereses que -se supone- estaba defendiendo en Navarra. Si se cierran filas en torno a esos casos, ¿qué tiene el pobre Gallardón para no merecer una solidaridad semejante? Yo es que ya he oído hasta criticarle por sus méritos, por ganarse el voto gay en el barrio de Chueca pese a que el PSOE trajera el matrimonio homosexual. Sacas ese argumento y hay quien te suelta indignado: «-¡A ésos, a ésos será a los que les guste Gallardón!». Pues sí, a ésos y a los otros, a todos los que pueden hacer que las cosas cambien en este país.
Luego están los ecuánimes que te dicen cosas como «lo que tiene que hacer Gallardón es trabajar para dar votos al PP». Como si Gallardón no trabajara, como si no llevara treinta años en ese partido, desde su fundación, y no hubiera ganado cuatro mayorías absolutas; como si no hubiera dejado Madrid irreconocible con esos impresionantes y emocionantes y sobrecogedores túneles de la M-30 o de la Castellana que son sencillamente una obra faraónica; como si no hubiera convertido el poblachón de la verbena de Tierno en una elegante y grandiosa ciudad de diseño. Hay quien no ha entendido que Gallardón no aspira a ser presidente sino que es un faraón. Cuidémosle. Uno si fuera Rajoy no diría de él, como dijo después de las municipales: «En el PP tenemos mucha gente válida». No diría eso porque no tiene el PP tanta gente válida y por eso les va como les va. Uno si fuera Rajoy contrataría a Gallardón para que empezara a hacer ya uno de esos túneles que él sabe hacer hacia La Moncloa. Porque, si es por lo que se ve hoy a la luz del día, el PP no gana las generales ni con la ayuda de Maleni.

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